Lo primero que realicé fue un diagnóstico integral. En el área académica, identifiqué que el tema de las fracciones era un tema difícil para mis estudiantes y para sus familias. En cuanto a los procesos y factores que impactan en el aprendizaje, me percaté de que las y los niños tendían a estar estresados y tensos, tanto por los contagios de la COVID-19 en la ciudad y por las limitaciones del confinamiento, como por la cantidad de tareas a resolver y la forma en la que se transmitían sus clases (por televisión, radio o videollamadas). Además, reconocí que este grupo tenía antecedentes de faltas de respeto entre las y los compañeros.
Así, decidí trabajar dos ámbitos: la autorregulación del alumnado para adaptarse a la modalidad a distancia, y la autonomía, entendida como la propia responsabilidad de las y los estudiantes sobre su proceso de aprendizajes y sobre el cuidado de sus emociones. Esta actividad puede ser considerada una buena práctica porque se aprovechó el espacio de enseñanza del tema de las fracciones para promover, interactiva y transversalmente, el desarrollo de la autorregulación y la autonomía de las y los estudiantes de 5º de primaria que trabajaron en confinamiento debido a la pandemia.
Hice uso del pizarrón electrónico llamado “Jamboard” y solicité a las y los estudiantes que narraran su proceso para resolver los problemas de fracciones planteados. Considero que esta actividad fue la mejor de las que realicé porque el desarrollo de la autonomía para el aprendizaje no se da de manera espontánea, y dejar tareas académicas para cumplir el currículo solo traerá fastidio a las y los estudiantes, sin hacerles responsables de su propio aprendizaje. En su lugar, es importante trabajar la autonomía por medio del acompañamiento de una persona adulta o del maestro/maestra, quien necesita aportar algunas orientaciones de actuación al alumnado, escucharlo y, al final, dejar que asuma la responsabilidad de su propio aprendizaje. En este proceso fue muy importante el uso de tres preguntas que fueron llevando a las y los estudiantes a mantener el desarrollo de su autonomía: ¿Qué hago bien? ¿Qué desventajas tengo? ¿Qué podría mejorar?
De esta manera, las matemáticas sirvieron de pretexto para propiciar la reflexión y la escucha. Promover la autonomía en las y los niños significa promover, también, el respeto y la empatía, ya que es primordial que expresen sus procedimientos sin pena a ser interrumpidos por una pregunta inquisitoria; en otras palabras, la comunicación es fundamental para enseñarles a ser autónomas y autónomos. Sin darse cuenta, las matemáticas se volvieron divertidas y amenas en donde se permitió el error para aprender.
Mi función como docente fue saber plantear las preguntas y pedirles que dieran su opinión. No necesitamos ser insistentes o autoritarios con las y los niños para indicarles lo que deben hacer; poco a poco, la autorregulación se fue dando como un proceso de comprensión mutua, de entendimiento de la otra persona para saber sus inquietudes. Considero que el aprendizaje se logró en la medida en que las y los estudiantes estaban emocionalmente comprometidos.