Una de las formas principales en la que nos relacionamos con el mundo es el cuerpo; vemos, olemos, tocamos, sentimos lo que nos rodea. Es de las herramientas principales con la que contamos para navegar a lo largo de nuestras vidas. Es, en breve, una relación fundamental e importantísima para nosotros mismos.

Una prueba de ello es el empeño histórico que hemos puesto en vestir al cuerpo: hay ciertamente una intención de supervivencia en esto, por abrigar al cuerpo del frío, protegerlo del calor, entre otros. Pero estas todavía son las razones más prácticas de la vestimenta; como seres auto-expresivos, vemos en la ropa algo más: vemos moda, estilo.

Desde niños, nos vamos constituyendo como seres estéticos; nuestras preferencias por ciertas prendas sobre otras no sólo se basan en cuestiones de practicidad o comodidad, sino en qué nos gusta y qué no. Como niños, tenemos muy clara la dimensión expresiva que tiene la ropa en nuestra persona. Estoy segura de que la mayoría de los lectores guardan en su memoria el recuerdo de aquellos disfraces que ni siquiera la voluntad de una mamá o un papá podía hacer que lo soltáramos; desde mi experiencia, los niños elegían disfraces de superhéroes como Batman o Superman, y las niñas adorábamos vestirnos como princesas o hadas. No eran disfraces para nosotros, al menos sólo lo eran en el inicio de usarlos, pero después acabábamos por jugar a que éramos en realidad los personajes de los que nos disfrazábamos. 

Esta primera dimensión de la moda en el disfraz infantil revela el corazón de este texto: la moda es un aspecto crucial para la formación de la identidad de los niños. Creo que, culturalmente, estamos acostumbrados a dejar que los papás o las figuras de autoridad en nuestra niñez tomen cargo total de nuestra ropa, desde comprar ropa para sus hijos sin ellos presente, o uniformar a los niños en la escuela.

A través de la ropa, los niños experimentan con diferentes aspectos de quiénes son y quiénes quieren ser. Este proceso de exploración es esencial para el desarrollo de una identidad sólida y segura. Permitir que los niños tengan más libertad, sin omitir una orientación responsable y afectiva, de elegir su propio estilo es una manera eficaz de fomentar su autonomía, porque se trata de una toma de decisiones, que, aunque pudiera parecer trivial, es una oportunidad para que los niños practiquen habilidades importantes para su vida, como la independencia, la responsabilidad y la creatividad. Además, cuando un adulto le permite a un niño expresarse responsablemente a través de la moda, le está dando un mensaje importante: sus elecciones y sentimientos son valiosos y dignos de respeto y celebración, por lo cual también tiene un impacto considerable en la autoestima de los niños. 

La manera en que los niños se ven a sí mismos y cómo creen que son percibidos por los demás es fundamental para su autoimagen. La ropa puede influir significativamente en esta percepción. Cuando los niños se sienten cómodos y felices con su apariencia, es más probable que tengan una autoestima saludable. Incluso, puede surgir un sentimiento de control a partir de esto, especialmente importante en un mundo donde muchas decisiones son tomadas por los adultos. Al darles la oportunidad de decidir sobre algo tan personal como su vestimenta, los niños pueden sentirse más empoderados y capaces de influir en su propio mundo.

La moda, entonces, más allá de ser una cuestión de apariencia, es una herramienta valiosa para la autoexpresión, la formación de identidad y el desarrollo de la autonomía en los niños. Al permitir que los niños exploren y elijan su ropa, se les brinda la oportunidad de desarrollar su creatividad, confianza y habilidades de toma de decisiones, y sobre todo, se trata de una inversión en su crecimiento personal y emocional.

Este texto buscaría entonces un acercamiento práctico: motivar a los padres y figuras de cuidado a dejar que sus pequeños vayan creando su estilo propio; la importancia en preguntar sobre la ropa que usan (si les gusta, por qué no, por qué sí, qué ropa los hace sentirse bien, qué ropa los hace sentirse cómodos) son preguntas que pueden a ayudar a ir moldeando la identidad infantil de una forma sana, desde el cuidado y el interés por la expresión personal de los niños. Y claro que esta elección debe ser responsable, encargándose de guiar a los niños en crear su estilo sin quitarles su autonomía.

 

Blog escrito por Regina Oteiza Arrieta, estudiante de servicio social de la Universidad Iberoamericana.

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