re-abrir las escuela: ¿Qué se recomienda en otros países?

Por último, en la esfera internacional se buscó desde un principio el cierre total de instalaciones educativas para proteger la salud física de estudiantes y comunidades. Sin embargo, al paso del tiempo y ante la reducción de contagios, diversos países han buscado estrategias de reapertura de escuelas, en ciertas condiciones.Somos Andrea Vizcarra García de Quevedo, Brenda Alcántara Flores, Diego Rodríguez Rodríguez, Humberto López Peralta y Raúl Figueroa Díaz, estudiantes de la Clínica en Derecho y Política Pública del Instituto Autónomo Tecnológico de México (“ITAM”). En la Clínica, de la mano con distintas organizaciones de la sociedad civil, instituciones y universidades, trabajamos en la construcción de soluciones de política pública que tengan un impacto positivo en la vida de las personas.

 Esta publicación forma parte de un proyecto colaborativo que comenzó en 2018 entre Proeducación, I.A.P. (“PROED”) y la Clínica en Derecho y Política Pública del ITAM. Agradecemos la guía por parte de Mercedes del Valle, Directora de Investigación y Desarrollo Educativo de PROED, y Ana María Zorrilla, Coordinadora General de la Clínica. Asimismo, agradecemos la indispensable asesoría de las personas especialistas en materia educativa que nos han orientado: Itzel Cabrero, Sonia del Valle, Daniela Rocha y Metzeri Jiménez. El contenido del artículo revela la opinión de los autores y no debe interpretarse como un posicionamiento oficial o particular de institución alguna.

 El objetivo de este artículo es reunir algunas de las experiencias internacionales, mejores prácticas y estrategias que han implementado otros países en sus sistemas educativos para enfrentar y superar la pandemia.  Para lograrlo, hemos ordenado el artículo en las siguientes tres secciones: antecedentes, situación actual en México, y recomendaciones internacionales y buenas prácticas.

I. Antecedentes

 ¿Qué ha pasado con la educación durante otros sucesos que modifican la posibilidad de atender al salón de clases?

La experiencia educativa derivada de la contingencia sanitaria no ha sido el único suceso internacional que ha impedido a los estudiantes atender a clases. Es clave tener en mente que múltiples niñas y niños en diversos países continuamente sufren por conflictos bélicos. En ese sentido, “Escuelas en Paz” es una estrategia desarrollada por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (“UNICEF”) que genera oportunidades para el aprendizaje en escuelas rurales y urbanas afectadas por diversos tipos de violencia y el conflicto armado. Lo anterior, a través de la formación, el acompañamiento y el diseño de iniciativas escolares con herramientas sencillas, flexibles y adaptables a cada escuela.

Con dicha estrategia, se busca que los alumnos y alumnas adquieran conocimientos, habilidades y actitudes de manera holística. Esto implica que estudiantes, profesores, familias y autoridades locales trabajen juntos para garantizar la participación, la resolución de conflictos y la transformación en los procesos de enseñanza para lograr un cambio social.

II. Situación actual en México

De acuerdo con la “Encuesta para la Medición del Impacto COVID-19 en la Educación”, realizada por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (“INEGI”), 5.2 millones de personas de entre 3 y 29 años no se inscribieron al ciclo escolar 2020-2021 por razones asociadas a la pandemia o por motivos económicos.

Ese número representa cerca del 10% del total de los estudiantes que estaban inscritos para el ciclo escolar anterior. Es decir, cerca de 10% de los estudiantes se ha quedado sin estudiar en la pandemia del COVID-19. De acuerdo con el informe de la educación obligatoria para el año 2019, elaborado por el Instituto Nacional Para la Evaluación Educativa, en años anteriores la tasa total de abandono aproximada era de 7.2%; esto muestra que en tiempos de pandemia el incremento en el abandono ha sido muy alto, pues el 9.6% solo toma en cuenta deserciones por motivo de COVID y es más alto que el porcentaje total de abandono de otros años.

Esta cifra sin duda es preocupante, pero también es engañosa. Si bien la mayoría de las y los estudiantes permanecieron inscritos en la escuela, prácticamente ninguno de ellos asistió a clase, o al menos a un salón de clase. Ninguna escuela, ni pública ni particular, ha llevado a cabo actividades presenciales desde el inicio de la pandemia. En este escenario,  se ha hecho un gran esfuerzo para lograr que las actividades remotas funcionen.

Para transitar a la educación a distancia, se han llevado a cabo capacitaciones de millones de profesores para que aprendan a utilizar las herramientas tecnológicas que permiten, por ejemplo, llevar a cabo videollamadas. Además, la Secretaría de Educación Pública (SEP) ha puesto énfasis especial en la educación por televisión nacional, por correspondencia, por mensajes electrónicos, por correo electrónico, por llamadas de teléfono y por videollamadas. Sin duda, la situación educativa se ha buscado mejorar por incontables vías.

Desafortunadamente, en esta crisis educativa, se viven grandes desigualdades que provienen de una estructura social que implica un acceso desigual a la tecnología y de las distintas circunstancias que se viven en cada hogar, por ejemplo en relación con la disponibilidad que tienen los padres o cuidadores para acompañar a sus hijos en su educación a distancia.

Otro dato que arroja el INEGI es que de los estudiantes que toman clases a distancia, cerca del 60% considera que no se aprende o que se aprende menos en comparación con las clases presenciales. En el contexto de la pandemia no es solo un factor de riesgo el hecho de que los estudiantes no atiendan a clase, sino que aún quienes asisten a clase se encuentran en riesgo de no estar aprendiendo y desarrollando las capacidades más básicas.

Es por lo anterior que una de las prioridades del gobierno en turno debe ser el regreso seguro a clases presenciales, sobre todo en las escuelas primarias. Si continuamos con las escuelas cerradas las desigualdades educativas y el rezago educativo serán cada vez mayores. Los niños y niñas no pueden desaprovechar aquellos años en los que sus mentes están en mejores condiciones para aprender y desarrollarse.

En los siguientes apartados se abordan algunas alternativas para lograr el retorno seguro y saludable a las actividades presenciales de las escuelas primarias.

III. Recomendaciones internacionales y buenas prácticas

Cada país ha diseñado soluciones distintas para enfrentar la pandemia. La constante entre todos los países ha sido la búsqueda de soluciones educativas apropiadas para su contexto, las cuales consideran (i) estrategias de protección cognitiva, (ii) estrategias de protección psicosocial, y (iii) estrategias de protección física.

  1. Estrategias de protección cognitiva Las estrategias de protección cognitiva tienen la finalidad de proteger las oportunidades de aprendizaje de los estudiantes durante la pandemia de COVID-19. Este tipo de protección se dio sobre todo a través de:

Las estrategias de protección cognitiva tienen la finalidad de proteger las oportunidades de aprendizaje de los estudiantes durante la pandemia de COVID-19. Este tipo de protección se dio sobre todo a través de:

       Diseño de estrategias de aprendizaje remoto. Es decir, cada país ha estado diseñando diferentes estrategias que permiten a los y las estudiantes seguir aprendiendo aunque las clases sean a distancia.

       Adaptación de los programas de estudio para la pandemia. Distintos países adoptaron contenidos de los programas de estudio para que únicamente enseñaran aquellos contenidos que es posible aprender en el contexto de la pandemia. Por ejemplo, dejar de enseñar materias que requieren de prácticas en laboratorios, como la química en su vertiente práctica.

       Adaptación frente a los retos tecnológicos. Esto implica distribuir los recursos públicos para que las escuelas más debilitadas sean fortalecidas, al menos de manera temporal. Este es el caso de Japón, en donde el cuerpo docente del Estado tuvo que distribuirse entre las distintas zonas del país para que las escuelas con mayor demanda pudieran tener suficientes profesores, y que aquellas escuelas en donde había poco conocimiento tecnológico pudieran tener algunos docentes con conocimientos suficientes para capacitar al resto del cuerpo docente.

  1. Estrategias de protección psicosocial 

Las estrategias de protección psicosocial consideran el acompañamiento a familias y el apoyo socioemocional y psicosocial para las y los estudiantes que por motivo de la pandemia presentan estrés emocional.

En Nueva Zelanda, por ejemplo, se implementó un sistema de consulta tecnológica en la que el Estado provee un servicio permanente de consulta y capacitación para estudiantes que requieran aprender cómo utilizar herramientas tecnológicas. Esta medida se hace extensiva para sus familiares y les permite reducir el nivel de estrés que ocasiona el desconocimiento de los métodos novedosos de aprendizaje.

Países como Colombia y Perú han puesto esfuerzos del Estado en investigar acerca de las repercusiones psicoemocionales del COVID-19 en el cuerpo estudiantil, para poder medir el impacto que la pandemia ha tenido, y en lo subsecuente, diseñar maneras para mitigar los impactos negativos.

  1. Estrategias de protección física

Por último, en la esfera internacional se buscó desde un principio el cierre total de instalaciones educativas para proteger la salud física de estudiantes y comunidades. Sin embargo, al paso del tiempo y ante la reducción de contagios, diversos países han buscado estrategias de reapertura de escuelas, en ciertas condiciones.

Finlandia, por ejemplo, ha planteado el uso de instalaciones al aire libre como obligatorio para ciertas actividades, como las clases de deportes. De igual manera, se ha buscado llevar a cabo ciertas actividades académicas en grupos más pequeños que los convencionales, así como en espacios grandes como bibliotecas y gimnasios en los que, con el uso de cubrebocas, se permite a los estudiantes asistir y ejercer cierto nivel de convivencia social.

Destaca también la labor de Colombia, en donde el Estado ha creado mecanismos de participación ciudadana, en los que las familias, profesores y estudiantes en conjunto determinan para sus pequeñas localidades las medidas que consideran más apropiadas para su contexto, de tal manera que en algunas poblaciones en donde se considera que hay bajo riesgo ha sido posible retomar las actividades presenciales en cierto grado.

IV. Conclusiones

 Hay múltiples prácticas alrededor del mundo que sirven como ejemplo para que docentes, padres y madres de familia y las y los estudiantes construyan las soluciones a la medida que requieren según su contexto y situación particular. Esto, siempre y cuando esas estrategias integrales incluyan la protección física, psicosocial y cognitiva de todas las personas que conforman la comunidad escolar.

 


Como una de las principales fuentes de información para este artículo hemos utilizado el texto “Experiencias internacionales de apoyo a la educación durante la emergencia sanitaria por covid-19”, publicado por la Mejoredu en 2020. Este documento aborda los principales retos para el regreso a clases presenciales, al llevar a cabo una comparación entre diversas experiencias internacionales.

 

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